Corría el lejano año de 1968, cuando George Romero sorprendía a propios y extraños con la presentación de su ópera prima titulada Night Of The Living Dead (La noche de los muertos vivientes). Sin imaginarlo, había establecido las bases de un género que resonaría en varios campos de la cultura de masas. Diez años después, con la secuela titulada Dawn Of The Dead (El amanecer de los muertos), se confirmaba el entusiasmo que había despertado entre el público y que luego serviría de inspiración para videojuegos a lo largo de varias generaciones de consolas, sistemas y computadores personales. Sigue leyendo